A veces, conocer una historia real nos ayuda a prepararnos mejor. Si otros han podido, ¿por qué no lo vas a hacer tú? Hablamos con Marta, maestra de Educación Primaria, y descubrimos los trucos, experiencias y sentimientos que ella, como muchos otros, vivió y utilizó para responder a la cuestión que no pocos se plantean: cómo aprobar una oposición.
Aprobar una oposición. El caso de Marta
Se llama Marta, tiene 34 años y vive en Albacete, ciudad donde ejerce de maestra en Educación Primaria. Hace apenas unos años, al mismo tiempo que trabajaba de Técnico en Jardín de Infancia, preparaba su oposición. Un ritmo frenético de vida al que Marta parecía estar acostumbrada, pues era madre de una niña. Con una familia a cargo y entre apuntes y pañales, ella también se preguntó cómo aprobar una oposición. En el apoyo de su marido y su familia encontró la respuesta.
En una entrevista, Marta te cuenta su experiencia y te da las claves para preparar oposiciones. No te pierdas ni un detalle y ¡tampoco dudes que tú puedes estar como ella en unos meses!
Pregunta: ¿Por qué decidiste hacer una oposición en Educación y cómo comenzó tu andadura en este mundo?
Respuesta: Estudié la carrera de Magisterio porque, desde hace mucho tiempo, supe que quería ser maestra. De hecho, cuando era pequeña, el alcalde de mi ciudad nos dejaba las llaves de una escuela en verano. Allí, mis primas y yo jugábamos a maestras y ya hicimos un plan de clases, ejercicios y recreo para los niños del pueblo. Sólo nos hicieron falta 500 pesetas para comprar las sillas y muchas ganas de vivir esta experiencia inolvidable. Todas las que participamos hemos acabado trabajando en esto y, desde entonces, supe que me encanta la enseñanza.
P: ¿Cómo te preparaste y organizaste para aprobar una oposición?
R: Mi preparación comenzó un año y medio antes del examen y, por mi situación familiar, estudiaba todos los días, incluyendo el domingo y exceptuando los festivos. Así, buscaba aprovechar el máximo de horas posible. En la recta final, cuando faltaban unos seis meses, tuve que dejar mi trabajo para poder dedicar ocho horas al día. En este proceso, la ayuda familiar fue fundamental.
Yo trabajaba en un jardín de infancia, porque logré sacar una plaza que podía tener de por vida. Sin embargo, aunque fue difícil y sabía que podía quedarme sin nada, lo dejé para alcanzar mi meta: ser maestra. Esta decisión la tomé con ayuda de mi preparador, gracias a quien supe que todo esfuerzo tiene su recompensa. Con empeño, lo logré.
A la hora de organizarme, contaba con una planificación semanal y mensual que me ayudara a cumplir mis retos a corto y medio plazo. En dicho plan, compaginaba la programación didáctica con el resto del temario, y dedicaba dos días a la primera y el resto, a la teoría. Asimismo, para motivarme tenía un cartel en el ordenador en el que ponía “con una basta”. De 200 plazas, una tenía que ser mía.
Por otro lado, también es importante ser generosa con los compañeros. En ningún momento fui egoísta a la hora de compartir recursos, porque pensaba que ellos también me podían ayudar y aportar.
P: ¿Qué trucos utilizaste para compaginar el estudio, la familia y el trabajo?
R: En primer lugar, es muy importante no fallar a tu familia ni fallarte a ti mismo. Después, intentar sacar todo de ti con esfuerzo y organización. Si quieres algo, lo vas a conseguir.
P: ¿Seguiste algún método de estudio?
R: El que utilizaba mi preparador. Todas las semanas hacía simulacros de examen, que a mí me funcionó muy bien.
P: Aprobar una oposición supone sacrificios personales. ¿Cómo lo llevaste y qué hiciste para no renunciar a todo?
R: Es muy difícil. En mi escala de prioridades, lo primero eran mi hija, mi familia y mi estudio. Las aficiones y el ocio los dejé un poco de lado. Fue un sacrificio, pero la recompensa ha sido mayor.
P: ¿Cuál es el mejor truco para gestionar el tiempo y la salud?
R: El planning ha de estar visible para tenerlo siempre presente. Y de este plan no se puede salir. Además, creo que es muy importante, dentro de él, dejar un espacio en la programación por si surge algún imprevisto. En ese sentido, yo empleaba los domingos por la tarde en recuperar horas que hubiera perdido durante la semana.
Otro factor relevante es la alimentación, ya que preparar y aprobar oposiciones es sinónimo de estar mucho tiempo sentado. Por ello, hay que hacer ejercicio, pasear y tomar mucho fósforo para tener el cerebro al 100%.
P: ¿Cómo preparaste la oposición: por libre o con ayuda?
R: Al salir de la carrera, uno está un poco perdido y, por ello, opté por un preparador muy exigente. En mi opinión, es necesario contar con alguien que esté encima de ti. Yo encontré a mi preparador a través de un sindicato, donde me aconsejaron que era muy bueno.
P: ¿Cuál fue el mejor momento? ¿Y el peor?
R: El mejor momento fue cuando vi el tema escrito que me había tocado en el examen. Me quedé muy tranquila y, aunque me los sabía todos, fue una gran sensación de alegría. Por supuesto, cuando publicaron las notas y vi que tenía una plaza fue un momento genial. Supe que había dado todo de mí a mí misma, a mi preparador y a mi familia y no fallé a quienes me habían apoyado.
El peor momento, sin duda, fue dejar mi plaza en la guardería sabiendo las consecuencias que podía tener el abandonar un trabajo con una familia a cargo.
P: ¿Cómo superaste este difícil momento?
R: Pensando en que una plaza era mía y leyendo mi cartel todos los días, pero también con ilusión por trabajar durante ocho horas en lo que siempre me había gustado.
P: Para Educación, hay que sumar puntos en el apartado “Otros méritos”. ¿Qué hiciste tú y qué recomiendas?
R: Yo me decanté por los cursos sanitarios baremables y acreditados de formación de APPF. Unas compañeras me los recomendaron y me comentaron que estaban muy bien de precio y que eran fáciles y flexibles. La experiencia y la organización fueron muy buenas, por lo que los recomiendo a compañeros y futuros opositores.
P: ¿Qué les dirías a todas esas personas que están preparando una oposición o tienen idea de hacerlo.
R: Que no se rindan. El camino es difícil y requiere mucho esfuerzo, pero la recompensa es mayor que cualquier sacrificio, aunque no se apruebe a la primera. Mi madre me decía que mi meta era jubilarme de maestra, ese era mi sueño y luché. El trabajo es un tercio del día y, si no haces algo que te gusta, poco sentido tiene la vida.
