A la suerte se la invoca como si fuera un mantra cuando conseguimos algo o cuando resulta todo lo contrario, cuando fallamos o nos falla algo o alguien cuando más lo necesitamos. Pero te vamos a dar una buena noticia, la suerte no existe.
No tiene nada que ver con que aprobemos o suspendamos unas oposiciones. Se trata de un factor creado por nosotros mismos para hacer más tolerable lo que no nos gusta o para confirmarnos en nuestras ideas y pensamientos. Y como no existe, no lo podemos cambiar. La suerte es algo que creamos en función de la visión que tengamos del mundo. Lo dicho, más cursos sanitarios acreditados, más cursos homologados para docentes, más preparación y capacitación, y, la suerte, para los que se dejen hipnotizar por ella.
La suerte a estudio
No lo decimos porque sí, hay estudios muy serios sobre el tema. Un psicólogo que ha estudiado la suerte durante años es el profesor Richard Wiseman. Wiseman hizo un experimento que se ha hecho famoso sobre el tema de la suerte.
Utilizó un grupo de estudio formado por cuatrocientas personas. Sí, de edades diferentes, de profesiones muy distintas. El profesor los dividió en dos grupos, unos, los que creían tener buena suerte, otro, con los que decían de sí mismos que no la tenían.
Y no te lo vas a creer, los estudió durante un periodo largo de tiempo, durante una década. A lo largo de todo ese tiempo, Wiseman los sometió a pruebas psicotécnicas y elaboraron cuestionarios de control con mucha periodicidad. También se les invitó a llevar un diario personal en el que reflejaran con sinceridad todo aquello que les pasaba en el día a día.
Conclusiones
¿Cuáles fueron las conclusiones? Pues que la percepción de la suerte dependía de lo que pensaban y tener suerte o no tenerla era una forma de validar sus logros y sus frustraciones. Un recurso para justificar los sucesos ocurridos.
Una de tantas pruebas del experimento consistió en contar el número de fotografías que había en un periódico, el mismo para todos. Los que decían tener suerte contaron las fotografías en cuestión de segundos, los que decían no tener suerte tardaban dos, tres o cuatro minutos.
Y es que después de la portada, en la segunda página, Wiseman colocó un anuncio ‘de pega’, no real, en el que se decía que no era necesario contar fotografías, porque en el periódico había 43 fotografías. De forma indirecta se les invitaba a no seguir contando.
Entre otras cosas, el estudio demostró que los que dicen no tener suerte suelen estar poco relajados, viven más tensos, y les es difícil abrirse a otras opciones. En el caso de las fotografías, el anuncio con los datos que necesitaban les hizo dudar y ralentizar su tarea, por otro lado, sencilla. Se dejaron llevar por una interferencia.
Unas oposiciones se salvan con tiempo dedicado al estudio, con formación, con cursos homologados de Educación, con cursos sanitarios acreditados. Si todo dependiera de la suerte, todo sería aleatorio, y no, no lo es.
Más cursos homologados, más preparación académica y profesional, y, la suerte, para quien se deje hipnotizar por ella.
Fotos FCC vía Photosquatar y Lyre.