El trato con los alumnos: los trucos para ser profesor y triunfar

¿Estás pensando en opositar para ser profesor? Aquí puedes encontrar los mejores consejos para establecer una buena relación con los estudiantes y conseguir que se enamoren de tus clases.

 

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Todos tuvimos a ese profesor que, de forma positiva, nos marcó en nuestra etapa como estudiantes. Seguramente, sus clases fueran entretenidas, escuchaba las necesidades de sus alumnos, creaba un buen ambiente y, en definitiva, motivaba a quienes pasaban por su aula. La relación entre ambas partes fue tan buena que, incluso, repercutiría en los resultados. Así, las posibilidades de aprendizaje se multiplicaron. Esta circunstancia no es cosa de tiempos pasados; en la actualidad, ser profesor también es cuidar el trato con esos estudiantes.

Sin embargo, hoy en día, estrechar vínculos entre el docente y el alumno es más complicado. Las nuevas tecnologías, en este sentido, pueden ser tus mejores amigas, pero también tus peores enemigas, sobre todo cuando de ser profesor de Secundaria se trata. En esta etapa, la adolescencia es la protagonista de los comportamientos de los estudiantes, y lidiar con los dispositivos, las aplicaciones e Internet se convierten en un nuevo reto. Aunque ¿por qué no transformarlo en oportunidad? Las nuevas tendencias en educación vienen marcadas por las nuevas tecnologías, que pueden ayudar en el trato y la relación en el aula.

10 consejos para crear un vínculo con los alumnos y ser un profesor excelente

Un profesor puede cambiar la vida de sus alumnos. La relación entre profesor y alumno es un vínculo capaz de orientar, reforzar y sacar lo mejor de cada alumno. Pero, ¿cómo podemos conseguir que dicha relación sea un auténtico éxito? Si te lo estás preguntando, sigue leyendo y ¡descubrirás los trucos que te llevarán a lograrlo!

Muestra ilusión

Todos hemos conocido a maestros o profesores que se limitaban a recitar el temario de una manera plana y atonal. Sin emoción ni pasión en el ejercicio de su profesión. El resultado de este esta actitud como docente, era un aula desmotivada y carente de interés por la materia impartida.

Una ilusión positiva y entusiasmo transmitidos por el docente en sus clases supone una inyección de confianza y energía para el aula, potenciando la atención y mejorando la experiencia del proceso enseñanza-aprendizaje.

Escuchar y mostrar cercanía

Caer bien a los estudiantes es una excelente forma de que las clases sean efectivas. Para ello, es necesario saber escuchar. Los estudiantes quieren que se les dedique tiempo, les gusta sentir que sus historias o anécdotas resultan interesantes y están encantados de recibir consejos de alguien a quien consideran un ejemplo a seguir. Asimismo, toda esta información es muy valiosa para poder planear unas clases más atractivas. Intenta utilizar un lenguaje coloquial a la vez que divulgativo para acercarte a tus alumnos. Muéstrate a ti mismo como persona, no seas una figura inaccesible a ojos de tus alumnos, eso ayudará a reforzar la confianza.

Ser ejemplar

El profesor es, sin duda, un referente para los alumnos. Por este motivo, sus palabras, sus actos y su lenguaje no verbal han de ser modelados con coherencia para transmitir nuevos conocimientos. En esta línea, convertirse en ejemplo de los alumnos es un estímulo para motivar su formación. Esto pasa por ser el primero en cumplir las normas del centro, no hacer uso de los privilegios propios de su posición jerárquica dentro del aula, ser puntual, no usar el móvil si no es para una cuestión estrictamente necesaria para el aula, no faltar a las clases, no retrasarse a la hora de corregir trabajos o exámenes, mostrar respeto a los alumnos y ejercer un trato equitativo entre todos ellos.

Empatizar

Ponerse en el lugar de los alumnos, entender sus problemas y frustraciones, compartir la alegría de sus logros…No son pocos los estudios que han demostrado que estos factores influyen directamente en los buenos resultados. Esta actitud es imprescindible para ser profesor de ESO, pues la adolescencia es una de las etapas más complicadas de la vida: cambios hormonales, desajustes emocionales y mayores retos académicos. En empatizar con ellos está la clave.

Ser humilde

La figura del docente no tiene por qué ser todopoderosa. Es decir, no tiene por qué saber la respuesta a todas las preguntas que les puedan formular sus alumnos. En ese sentido es importante no querer aparentar saber la respuesta a cada pregunta formulada. Es mejor responder un “no sé”, “lo investigo para poder responderte” que intentar responder apresurada y erróneamente algo que no sabes a ciencia cierta. No hay nadie que lo sepa todo y ser alguien con conocimientos por aprender acerca al docente al alumno, lo humaniza y ofrece un plus de confianza en la relación entre el educador y el alumno.

Generar un buen ambiente en el aula

Las relaciones que se establecen en la clase son muy importantes y dependen, en gran medida, del docente. Éste es el encargado de crear un clima donde impere el respeto, la comunicación, el trabajo en equipo y el compañerismo. El objetivo es conseguir que los estudiantes se sientan cómodos para expresar sus dudas, inquietudes, acuerdos y desacuerdos que, por supuesto, influyen en su aprendizaje.

Mantener un tono de voz adecuado

Para ganarse la confianza de los alumnos es importante mantener un tono de voz equilibrado, ni demasiado alto ni excesivamente bajo, sin gritos ni muestras de agresividad oral. Nuestra voz es fiel reflejo de nuestro estado de ánimo. A través de ella transmitimos y comunicamos, por eso hemos de ser decididos, no titubear, hablarle a los alumnos mirándoles de frente con calma y convencimiento. De la misma manera, el docente es alguien que trabaja mucho con su voz, por eso es importante cuidarla, hidratarse, no elevar la voz, aprender a respirar correctamente, entre otros hábitos.

Gestualidad corporal

El docente también se comunica a través de su cuerpo. La actitud corporal y el lenguaje no verbal es igualmente importante a la hora de dirigirse a los alumnos y otra manera de captar la atención de los alumnos. Acompañarse de la gesticulación manual durante una explicación, caminar por el aula, ser expresivos con nuestro rostro a la hora de transmitir emociones, especialmente en la etapa de infantil, incluso mantenerse firme cuando hay que anunciar disconformidad con alguna actitud reprobable del alumnado.

Desarrollar la intencionalidad relacional

La intencionalidad relacional es conocer los nombres de los estudiantes, dirigirse a ellos con respeto, saber detalles sobre ellos, destacar sus puntos fuertes y ser consciente de que son jóvenes. Estas circunstancias permiten una relación interpersonal que va más allá de lo estrictamente profesional. Es decir, supone conocer el mundo de cada alumno para poder poner en práctica una educación mucho más personalizada y, en consecuencia, efectiva.

Otra opción muy poderosa para el beneficio de la relación entre docente-alumnado es la de otorgar protagonismo a los alumnos dentro del aula. Huir de la enseñanza unidireccional y poner en práctica técnicas como el role-playing. O simplemente hacer partícipe al alumno de la exposición de las materias, dándole poderes a la hora de explicar conceptos, de ayudarte en la preparación de las clases o de opinar oralmente sobre lo impartido.

Conversar con los familiares

Los padres son las otras figuras que influyen en el desarrollo del niño. Por este motivo, hay que entablar relación con ellos para asegurarse de que los esfuerzos y criterios de ambas partes siguen el mismo camino. El consenso, la cooperación y la coherencia son fundamentales para que el estudiante reciba la mejor educación posible, adaptada a sus necesidades. Hablar con ellos, preguntarles por la personalidad del niño o niña, sus gustos, carencias o necesidades.

Presta atención a tu clase y gánate a tus alumnos

Es fundamental estar atento a tus alumnos, escucharles y ayudarles en sus necesidades colectivas e individuales. Detectar comportamientos impropios de los alumnos también es una cuestión de importancia para poder remediarlos y no perjudicar al buen ambiente en el aula. Siempre habrá estudiantes más conflictivos que otros. Tu manera de reaccionar ante ellos también supondrá tu éxito como docente. No ignores el problema que pueda generar este tipo de alumnos, no reacciones antes ellos de manera desproporcionada, no los amenaces ni los apartes del grupo. Trata de buscar las causas de su mal comportamiento, acercarte a él e intentar escucharlo. Si fuese necesario, pide ayuda a otros compañeros o familiares para abordar el problema.

Todos estos trucos convergen en un punto: ¡la motivación de los alumnos! Ser profesor y cumplir con estos consejos tendrá un resultado excelente. Conseguirás enamorarlos con tus clases y ese es uno de los mayores éxitos a los que puede aspirar un futuro docente como tú. ¿Preparado para el reto?

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