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Existe un proverbio egipcio que dice: “Oír es precioso para el que escucha”. La realidad es que el ser humano nace con la capacidad de oír pero no desarrolla de igual manera la capacidad de escuchar. Es decir, somos iguales a la hora recibir la información pero diferentes a la hora de interpretarla.
Saber prestar atención al mensaje y la persona que ejerce de interlocutor, y poder ofrecer una respuesta en consonancia, es una habilidad comunicativa que puede y debe trabajarse desde la infancia. No solo para ayudar a los más pequeños a convertirse en adultos respetuosos, sociables y empáticos sino también para favorecer la asimilación de información y un mejor desarrollo del proceso de aprendizaje.
En ese aspecto, el profesorado juega un papel muy importante a la hora de aplicar la denominada técnica comunicativa de la escucha activa dentro del aula, por la que los alumnos aprenderán a atender, entender, no interrumpir y responder al emisor del mensaje, generando así seguridad en quien escucha, importancia hacía la persona que está hablando, trabajando las relaciones positivas y evitando posibles conflictos.
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La escucha activa es una estrategia de comunicación humana por la cual el receptor trabaja la habilidad de escuchar atentamente y con interés aquello que dice el emisor. Esta capacidad de concentración en la escucha permite demostrar a quien habla que el oyente le ha prestado atención consciente y a su vez, proporcionarle un feedback en forma de respuestas coherentes con el mensaje. También es, una manera de empatizar con el otro, al permitir comprender no solo lo expresado sino también los sentimientos o pensamientos de quien habla. Es por eso que la escucha activa supone un importante ejercicio de esfuerzo de las capacidades cognitivas y empáticas del ser humano.
Dentro del campo de la enseñanza, la escucha activa cobra especial relevancia, puesto que dentro de un contexto comunicativo es fundamental que quien recibe la información sea capaz de escucharla con atención y comprenderla correctamente. Una escucha activa positiva dentro del aula permite el entendimiento mutuo, la asimilación de contenidos y mejora el proceso de aprendizaje.
A todos nos ha pasado que en un momento dado de una conversación con otra persona, reparamos en que nos hemos distraído y no estamos prestando atención a su discurso, siendo, por tanto, incapaces de responder adecuadamente cuando la situación lo demanda.
El campo de la psicología ha intentado comprender, desde que el psicólogo y humanista Carl Rogers hablase por primera vez de esta técnica, los diferentes comportamientos del ser humano en su manera de escuchar, demostrando que la escucha activa es una habilidad a trabajar. En ocasiones interrumpimos a la persona que habla, queremos imponer nuestra opinión hablando más que quien lo está haciendo, intentamos demostrar nuestra atención hacía el otro precipitándonos y tomando parte en mitad de su mensaje, o contando nuestra propia historia, relacionada o no, en lugar de escuchar la ajena, incluso fingimos que estamos escuchandoy hacemos otras tareas al tiempo. Todas estas acciones incomodan, sin duda, a la persona que está hablando.
Las razones de estos obstáculos, en la escucha activa, pueden estar en la incapacidad de manejar nuestras propias emociones al escuchar a otra persona, en el placer que para nuestro cerebro produce el oírnos a nosotros mismos, en prejuzgar o en preocuparse más en pensar nuestra respuesta que en escuchar al interlocutor.Impedimentos frecuentes a la escucha activa positiva y eficiente que son el claro ejemplo de porqué es importante trabajar esta técnica desde la educación más temprana.
Como decíamos, la introducción y fomento de la escucha activa dentro del aula promueve la comunicación positiva y por tanto, hace posible una mejor interacción entre profesor y alumno dentro del marco escolar, facilitando el aprendizaje. El docente debe ser consciente del valor de la escucha activa como destreza que puede aprenderse y perfeccionarse y ser de gran utilidad en el entorno educativo y también fuera de él. Para ello, debe ser un modelo ejemplificante de “oyente” así como puede llevar a cabo una serie de prácticas que posibiliten su desarrollo. Por ejemplo:
El trabajo cooperativo o los juegos dentro del aula, donde tanto profesor como alumnos puedan ser emisores y receptores, contribuye al desarrollo de la técnica de la escucha activa, fomentando la participación y trabajando el proceso de atención sin distracciones ni interrupciones.
Trabajar la escucha activa dentro del aula crea un clima positivo para la comunicación dentro de la misma, aportando enormes beneficios tanto para el docente como para el alumno y, por supuesto, para el proceso de aprendizaje en sí.
Gracias a esta técnica, el educador encontrará más facilidades a la hora de comprender la mente y el pensamiento del niño, pudiendo establecer mejores y más personalizadas metodologías. Se establecerá una relación de confianza y seguridad entre docente y alumno, y se transmitirán valores como el respeto, el afecto, la paciencia, la empatía, la socialización, siendo esta la verdadera riqueza en la educación y en el futuro de cada estudiante.
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