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La importancia de la educación emocional
Si lanzara una pregunta al aire, ¿seríais capaces de contestarla? Vamos allá… ¿Eres capaz de expresar tus sentimientos y emociones? Probablemente, de primeras dirías que sí. Pero dándole un poco más de peso a la cuestión quizás no sabrías qué responder. Pues bien, si esto nos sucede como personas adultas, imaginaos en el caso de los más pequeños y pequeñas.
Hace no mucho tiempo realicé una investigación sobre este aspecto y la verdad que los resultados fueron aclaratorios. Tras contrastar diferentes fuentes puedo afirmar que se ha constatado que muchos niños y niñas presentan dificultades para expresar aquello que piensan o sienten. A ciencia cierta se considera que esto es debido a que no se le otorga la importancia necesaria a la Educación Emocional en los contextos más significativos de los niños y niñas: ámbito familiar y escolar.
Por eso, resulta fundamental que desde la escuela se eduque al alumnado desde una perspectiva emocional y positiva, ya que de esta manera se estarán formando personas que en el futuro serán competentes emocionalmente. Es decir, personas capaces de identificar sus estados emocionales, sus destrezas y habilidades. De este modo, desarrollarán estrategias de afrontamiento ante los diferentes retos que se encuentren en la vida, alcanzando así un mayor nivel de bienestar personal.
En la misma línea, es importante subrayar que las emociones surgen a partir de la forma que tiene cada uno y una de pensar, interpretar y valorar los hechos y circunstancias vitales. Por consiguiente, si se enseña a los niños y niñas a orientar su proceso perceptivo hacia pensamientos positivos y resolutivos, lograrán actuar de manera autoeficaz, tomando mejores decisiones en cada momento. En esta misión consiste uno de los mayores desafíos con los que el y la docente se encuentran en el aula.
Educar en competencias emocionales
Por otro lado, existen evidencias de que las instituciones educativas que se preocupan por formar en competencias emocionales a su alumnado obtienen como consecuencia una disminución de comportamientos disruptivos, conflictivos o violentos en la escuela. Esto contribuye, al mismo tiempo, a mejorar el clima del aula y del centro; a mejorar la satisfacción del profesorado y de las familias; y, a aumentar la motivación, tanto del profesorado como del alumnado. A partir de todo lo cual se ha observado una mejora en el rendimiento académico por parte de los alumnos y alumnas.
Para lograr dichos objetivos, es necesario trabajar a partir de las capacidades e intereses de cada uno de los niños y niñas, obteniendo un mayor nivel de aprendizaje y potenciando su autonomía personal. Este aspecto está completamente relacionado con la metodología en la que se basa la Psicología Positiva, ya que se centra en las fortalezas y virtudes de los y las estudiantes en tanto que seres humanos en constante crecimiento personal.
Asimismo, si se trabaja partiendo de aquello que el niño y niña ya sabe, y se destacan sus capacidades y destrezas, se estará ofreciendo al alumnado un mayor número de oportunidades para obtener mejores logros y resultados en el proceso de aprendizaje.
Teniendo en cuenta esto, el y la docente tiene que mostrar especial atención para conocer las capacidades, intereses, necesidades y fortalezas de cada uno de sus alumnos y alumnas. Por lo tanto, si realiza una observación exhaustiva y detallada y, se fija como objetivo la consecución del bienestar de sus estudiantes, lo logrará satisfactoriamente.
Además, para conseguir este propósito, no basta con eso. También, el y la propia docente debe ser ejemplo de aquello que quiere conseguir, ya que los niños y niñas aprenden a través de la observación de sus modelos de referencia significativos, es decir, a través de la imitación.
Igualmente, es imprescindible resaltar que, el principal objetivo de la educación debe ser desarrollar personas capaces de hacer cosas nuevas. Es decir, se debe formar personas abiertas y creativas, que piensen, exploren y descubran, fomentando de esta manera el pensamiento crítico. Es entonces cuando se estará en camino de dirigir al alumnado hacia sentimientos de felicidad.
Seguramente la mayor parte de vosotros y vosotras estaréis pensando que la teoría es muy sencilla, pero…¿Cómo se aplica todo esto a la práctica? Pues bien, a continuación os voy a enseñar diferentes propuestas que llevé yo al aula y cuyos resultados fueron muy satisfactorios.
1. Presentación de las emociones
Algo tan sencillo como necesario y el punto de partida. A través de una asamblea, realizando al alumnado diferentes preguntas como:
- ¿Qué son las emociones?
- ¿Qué emociones conocéis?
- ¿Sabríais clasificar las emociones de la tabla con los emoticonos?
- ¿Cuándo os sentís alegres? ¿Y tristes?
- ¿Cuándo crees que una persona puede estar enfadada?
- ¿En qué situaciones soléis tener miedo?
- ¿Cómo os gusta estar habitualmente? ¿Por qué? ¿Cómo te sientes en esas situaciones?
2. Bingo de las emociones
Juego para identificar las emociones. Se puede realizar con palabras o con imágenes. Es muy útil sobre todo en los últimos minutos de una sesión intensa de contenidos. El trabajo de las emociones debe ser transversal y trabajarse todos los días de diversas maneras.
3. Rincón de las emociones
Tras conocer las emociones, puede ser muy útil un rincón dedicado a ellas, donde poder respirar, relajarse… En mi aula puse una colchoneta con cojines y unos libros para que cuando un niño o niña necesite evadirse pudiera utilizarlo.
4. Caja de las emociones
Todas las semanas dedicamos una sesión a la caja de las emociones. En dicha caja los alumnos y alumnas meten mensajes escritos a lo largo de la semana y en la sesión emocional se leen. Son mensajes positivos hacia sus compañeros y compañeras, profesorado, actividades que les han gustado… Pero también pueden añadir mensajes “secretos” para poder arreglar conflictos.
5. Trabajamos las emociones programando la Beebot
Una propuesta innovadora y muy motivadora para el alumnado que se inicia en la programación. Algo tan sencillo como elaborar un tapiz en donde cada casilla tenga una palabra diferente pero todas ellas relacionadas con la psicología positiva y después construir frases que conlleven palabras relacionadas con las emociones.
Hoy en día, la programación está muy presente en las aulas pero para aquellos y aquellas que no sepáis qué es una Beebot os lo explico de manera muy sencilla a través de este vídeo: Programar una Beebot en el aula
Como podéis ver, se trata de un robot que se desplaza 15 cm por paso programado y realiza giros de 90º. Toda su programación se realiza de manera manual presionando sobre unos botones simples donde precisar los movimientos a ejecutar. Permite programar hasta 40 pasos en una misma serie. A través de esta propuesta se pueden trabajar diferentes contenidos que van desde la direccionalidad hasta el desarrollo de contenidos curriculares más complejos gracias a la aplicación de escenarios de aprendizaje. Además, a través de esta herramienta se pueden llevar a cabo trabajos multidisciplinarios y transversales muy necesarios en el día a día de nuestro alumnado.
Espero que este artículo haya sido de gran utilidad 🙂
¡Nos vemos en las aulas!
Patri: @maestradeprimariapatri